A estas alturas todos estamos al corriente del aumento en su consumo que han tenido las marcas blancas. Este hecho ha estado provocado por dos cuestiones; la primera es el descenso en el poder adquisitivo de las familias y la seguda es la falsa creencia de que los productos marca la pava (como se les conocía antaño) tienen el mismo sabor y las mismas propiedades que los productos con pedrigrí, (…)

PUES NO ES ASÍ. Debajo de las aparentemente inofensivas marcas blancas se esconde toda una amenaza. Los productos «sin marca» suelen ser una copia barata de un producto que ha tenido éxito en el mercado porque una empresa con nombre y apellidos se molestó en idearlo, desarrollarlo, darle un aspecto atractivo, lanzarlo y promocionarlo, con sus costes de  investigación, pruebas, testeos distribución, publicidad… cosas, todas ellas, que puedo asegurar no son baratas.

Pero claro, de desagradecidos está el mundo lleno y luego viene el señor X, con una de sus macro cadenas de distribución y ve que ese producto funciona, lo coge, lo copia (más o menos) y nos lo pone delante con un aspecto mucho más feo pero a mitad de precio, eso si.

Nosotros, débiles compradores con bolsillo facilón, caemos en la trampa y le damos una patada en el culo a todos aquellos que se levantan cada día pensando en innovar y no en aprovecharse del trabajo de otros para lucrarse.

Esta conducta, permitida y aparentemente inocente, tiene una gran repercusión en las ventas de las marcas marcas y por tanto en sus beneficios, que al fin y al cabo es de donde sacan las partidas para investigación y desarrollo. Pero la cosa va más allá y es que cuando una marca ve disminuidas sus ventas automáticamente tiene que ajustar sus niveles de producción y por tanto, reducir el número de empleados en función de su nueva realidad.

Por tanto, cuando ustedes, queridos lectores de bolsillos frágiles se vean a sí mismos en un supermercado con un producto de marca en una mano y otro de signo bastardo en la otra pensando cuál llevar a casa, párense un segundo a pensar qué tipo de mundo queremos, uno de productos indiferenciados y de sabores planos o uno en el que cada día descubramos valores nuevos que leer en una etiqueta.

PD 1: Siento haberme extendido pero ya que este blog se mueve poco, al menos que cuando lo haga tenga un poco de chicha.

PD 2: Y no con reflexiones de marca blanca sacadas del primer libro de derecho que se pueda encontrar, sino con marca propia.